viernes, 21 de septiembre de 2007

es como cuando

Es como cuando vemos una pelusita volando en el aire, tratamos y tratamos de agarrarla dando palmadas, con las que se aleja aún más la pelusa por el viento que produce el mismo intento de agarrarla. Sólo es cosa de tener cuidado, e intentar tomar la pelusa con la punta de los dedos, aunque las palmaditas en el aire hayan sido muchas.

sábado, 8 de septiembre de 2007

lo fácil

Hay veces que creemos no saber que hacer, hay otras que en realidad no sabemos. Es cierto que en algunas ocaciones que las palabras no llegan, que parecen ser íconos inconexos e ilegibles, en otras de verdad lo son. Por suerte parece ser que la mayoría de las veces nos pasa lo primero, aunque lo ridículo es que no nos damos cuenta. Tal vez no debería hablar en plural y sólo hacerlo por mí. Pero que va, supongo no ser tan distinta al resto (el resto, palabra tan usual que no parece despectiva, pero piénsese bien el significado. Resto, de lo que sobra).
En todo caso, en estas ocaciones es cosa de soltar la lengua y ponerse a parlanchear, a llorar o gritar, cuando de repente sale de tu misma boca la frase que necesitabas escuchar, esa que creías no saber. Entonces te das cuenta que las cosas no son tal terribles, que la respuesta o la solución no estaba tan lejos, que es cosa de calmarse un poco, de permitirse pensar y sentir tranquilamente, incluso de dejarse hablar sin pensar mucho, es cosa de hacer ese ejericicio que hacían los surrealistas, la escritura automática y escribir cosas sin sentido como "latortugarojatienepolillasenlosojosquechocanconeltechoyelruidoestangrandecomounniñogritandoquequiereasumama".
Porque la verdad no es que no sepamos, es que simplemente no nos atrevemos, y no necesariamente porque la solución sea muy dificil, sino porque nos da verguenza reconocer que la cosa era tan, tan fácil.
Hay veces que creemos no saber que hacer, otras que en realidad no sabemos. Es cierto que en algunas ocasiones las palabras no llegan, que parecen ser íconos inconexos e ilegibles. En otras realmente lo son y necesitamos, de cualquier forma, unos lentes con bastante aumento para poder descifrar las letras que más que nada parecen caos y manchas. Por suerte parece ser que la mayoría de las veces nos pasa lo primero, aunque lo ridículo es que no nos damos cuenta. Tal vez no debería hablar en plural y sólo hacerlo por mí. Pero que va, supongo no ser tan distinta al resto (el resto, palabra tan usual que no parece despectiva, pero piénsese bien el significado. Resto, de lo que sobra).
En todo caso, en estas circunstancias es cosa de soltar la lengua y ponerse a parlanchear, a llorar o gritar, cuando de repente sale de tu misma boca la frase que necesitabas oir, esa que creías no saber. Entonces te das cuenta que las cosas no son tan terribles, que la respuesta o la solución no estaba tan lejos, que es cuestión de calmarse un poco, de permitirse pensar y sentir tranquilamente, incluso de dejarse hablar sin pensar mucho, es cosa de hacer ese ejericicio que hacían los surrealistas, la escritura automática y escribir cosas sin sentido como "latortugarojatienepolillasenlosojosquechocanconeltechoyelruidoestangrandecomounniñogritandoquequiereasumama".
Porque la verdad no es que no sepamos, es que simplemente no nos atrevemos, y no necesariamente porque la solución sea muy difícil, sino porque nos da verguenza reconocer que la cosa era tan, tan fácil.
Puede alegarse la poca utilidad del proceso, pero observándose bien pensamos: lo ridículo de no distinguir entre una situación y la otra no puede ser por nada, el agobio de creernos perdidos y después darnos cuenta que sólo fue un olvido momentaneo, tiene un factor de agrado importante, pues el agobio se transforma en alivio. Entonces lo ridículo también deja de serlo, y comienza a ser alegre. ¡Vaya remate, eh!

jueves, 6 de septiembre de 2007

Orgullo y prejuicio











"Orgullo y prejuicio" (Joe Wright, 2005) debe ser la única película que supera con creces su fuente literaria. Aunque tampoco es cierto, como dicen algunos, que la novela de Jane Austen sea "mala", de hecho creo que la descripción de la personalidad de sus personajes es impecable, además de tener unos diálogos muy ingeniosos, los cuales, en su gran mayoría, se retratan fielmente en la película.

Por mi parte declaro abiertamente mi admiración por Elizabeth Bennet, porque además de ser hermosa, tiene esa cualidad envidiable de transformar lo trágico en ridículo. Señores, aprendamos de la Eliza.


Darcy también tiene lo suyo, y de sobra.

lunes, 3 de septiembre de 2007

¡ah!

Ah. Ya me están empezando a dar miedo los aeropuertos. No quiero que pienses que se me va a olvidar el camino de regreso. De todos modos aún no me voy, tal vez no me vaya nunca, o quizás nos vayamos juntos. De todos modos no creo en la casualidad. El error en la carpeta algo quiere decir, aunque crea que Ismael Serrano sea una copia de Serrat y sus canciones sean de una cursilería espantosa.
"andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos"
Te amo.

sábado, 1 de septiembre de 2007

Bennet

Quise dejar mis convicciones de lado y relacionarme con el mundo como lo hace la mayoría, decidí trabajar y por una casualidad me ofrecieron lo que supuestamente iba a ser un buen trabajo en la Serena, cincuenta mil pesos diarios pueden convencer a cualquier inútil con ganas de recorrer el mundo.
Es un poco decepcionante reconocerlo (pero la verdad es que importa muy poco lo que pueda escribir aquí), siempre he odiado la publicidad y he escrito bastante sobre el tema en la universidad, he insultado a algunas conocidas por ser publicistas, achacándoles parte de la culpa del caos existente-cada uno aporta en su medida- y resulta que ahora soy yo quien participa de esto. Además de mi remordimiento ideológico, la experiencia no fue buena, por no decir patética. Acepté ser una mujer-adorno sólo por dinero, pensando que el sacrificio valía la pena. Pero nótese que no fue un sacrificio físico, sino moral, que es peor.
Lo hice después de darle bastantes vueltas al asunto, pensando que tal vez la única forma de vivir bien y no sólo sobrevivir, fuera dejando esos juicios de lado en la vida laboral, y guardarlos estrictamente para lo personal. Pero no, sin duda eso sí es sobrevivir. No se puede estar silenciando los principios como traidor en dictadura. La vida no puede ser una dictadura de apariencias, y aunque sea lo cursi de lo cursi y parezca Platón hablando así, es cierto.
Quizas la solución no es lo uno ni lo otro, sino aprender a reirse de la propia desgracia, y no tomarla como tal. Es una pena no ser como Elizabeth Bennet.