sábado, 11 de agosto de 2007

Gumucio


Aunque en la radio no se le entienda mucho (en realidad bastante poco), Rafael Gumucio es un grande. En su columna del Clinic de esta quincena dice algunas verdades sobre el cara de rajismo de Piñera -ese hombre es malvado, hacerse rico a costa de gente que no tiene para comer es diabólico.

Además, Gumucio se ganó mi admiración con Plan Z.

Aquí está su columna, sin intención de plagiarlo, respecto a las declaraciones de Sebastián Piñera del 1 de agosto ("los vagos que viven a costa del Estado demonizan a los emprendedores"):

"Piñera renuncia a tres directorios (es decir, a tres reuniones), se queja de que sólo los vagos que viven del Estado pueden llegar a gobernar. No sé si tratar de vagos a quienes no tienen mil millones de dólares en el banco sea la manera más ponderada de seducir a un electorado que en su mayoría no sólo no los tiene, sino que no puede siquiera soñar con una fortuna parecida a la suya. Y no pueden soñar con tener esa fortuna justamente porque la concentración de la riqueza, la desigualdad en educación, salud, transporte, contactos, que han beneficiado a Piñera, los perjudican a ellos. No parece Piñera, el símbolo mismo de la desigualdad chilena, el hombre más destinado a cambiar este estado de las cosas. En treinta años de vida política, no ha dado muestra de querer hacerlo.

Pero más allá del dime y direte la pregunta permanece en el mismo lugar: ¿está la administración del Estado destinada para gente sin fortuna, "Vagos" que viven del Estado? ¿Tienen el mismo legítimo derecho un empresario exitoso de ser Presidente de la República? ¿Ser rico, ser muy rico, te desautoriza de entrada para ser parte de la vida política? Mi respuesta a estas tres preguntas no puede ser otra que sí. La administración del Estado, del país y del gobierno tiene que estar en manos de los políticos, de quienes se preocupan como actividad principal de la cosa pública. El hecho que esas personas sean pobres, o vivan de un Estado sin glamour, como "vagos", habla bien de nuestra democracia. No es peligroso que algunas personas vivan integralmente de servir al Estado, o de ser parlamentarios, o de participar en partidos políticos, lo peligroso es cuando esta forma de vida pasa a ser demasiado rentable, cuando la política se convierte en una empresa en sí misma que hace rico a quien participa en ella. Esto ha pasado de manera clara y evidente en un sólo gobierno en los últimos cincuenta años: en el de Pinochet. En ese gobierno muchos de los socios, amigos y compañeros de lucha, usaron la política para hacerse de empresas, de negocios privados, de directorios y universidades inventados al amparo del poder estatal. La nostalgia de algunos grandes empresarios por el Estado, su idea fantasmal de que es un enorme banco del que fáilmente se pueden girar cheques para sí mismos, nace de ese pasado de funcionario público que usa su posición para hacerse ricos a él y algunos amigos.

¿Están condenados los grandes empresarios a estar fuera de la primera linea política? De hecho no lo están, la voz de un empresario como Piñera, la voz de los sindicatos patronales nuna han estado ausentes del debate público, y está bien que así sea. Los empresarios tienen un rol que cumplir, suriqueza no es en sí un crimen, su éxito no es algo que se deba castigar, y por eso nada de malo tiene que los empresarios tengan en la vida política voz y a veces voto. Los empresarios tienen, lo quieran o no, poder, su propio poder. Es por eso mismo, porque tienen poder, porque es normal, porque es legítimo que lo tengan, le debe ser edado el acceso a otro poder, el poder político.

Un gran empresario en actividad no debe ser Presidente, tal como un militar activo no debe tampoco serlo, poruqe acopla en sí mismo dos poderes, el militar y el político, que deben por naturaleza estar separados. El tema no es, como creen los taxistas, quién va a robar menos en el gobierno (la verdad es que a pesar de lo que repite la prensa de derecha, no hay un grave problema de corrupción en Chile) el tema es que justamente quienes ejerzan el poder político lo hagen desde y para la política, usando sólo las herramientas de las políticas. Improvisar políticos que no lo son, o que juegan a serlo -como pasa con nuestros actuales gobernantes- es jugar a la ruleta rusa."

Rafael Gumucio, The Clinic.

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