Porque no hay certezas, no hay tarot, no hay futuro, no hay España, ni Cortazar, y tampoco plazas. Porque no hay pasado, sólo el presente con cara cansada y expectativas, con bolsas de pan y caminatas.
Porque el pasado sólo existe en cuanto lo recuerdo, porque recuerdo mucho y la vida pasa, pero pasa ahora, y esa sensación de estómago comprimido que necesita mantras o gritos o tal vez nada más que un poco de amor sincero sigue ahí, sin gritos, sin mantras. Porque la verdad es un derecho ineludible, porque no se tranza y no se equilibra, porque no me gusta la vida si no es con convicciones tan nobles y tan drásticas como ésta. Porque mentir significa negar el derecho genuino de conocer la verdad, no tu verdad ni mi verdad sino simplemente la única verdad posible. Porque no importa caer cien, mil veces más, mi confianza en el hombre sigue intacta, porque no permitiré bajo ninguna circunstancia que derrumbes mi idea gestáltica de ser humano.
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